Platón del siglo XX

Un rasgo característico del estilo y la metodología de Brown probablemente se acerca a encapsular el poder del libro. Por un lado, hay un rechazo expreso a la interpretación psicoanalítica: "Las inesperadas combinaciones, ramificaciones y resoluciones que un conocimiento debidamente sofisticado de la psicología moderna nos llevaría a esperar, escapan al historiador." Esa frase atrae una nota al pie de página: "Los estudios que conozco... [citando tres hitos de la interpretación psicoanalítica de Agustín] muestran que es tan difícil como deseable combinar la competencia como historiador con la sensibilidad como psicólogo. "2 Pero ocho páginas más tarde, en una frase que casi todos los lectores del libro recuerdan, le oímos decir: "Lejos de ser el libertino que algunos autores han imaginado, convertido a la edad de 32 años de una vida de sensualidad desenfrenada, Agustín era, en realidad, un joven que había acortado peligrosamente la efervescencia de su adolescencia".

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Platón del siglo XX

Ese juicio es ininteligible para un lector, o para un escritor, que no esté profundamente imbuido del freudismo de platón del siglo XX. Ese y otros giros de frase similares llevaron a un erudito a llamar a este libro en realidad "una psicobiografía de 'armario'".4 Todas nuestras biografías de hoy esperan ser así, no reclamando credenciales profesionales sino tomando prestado el aparato interpretativo.5 La sofisticación de la aplicación de Brown, sin embargo, necesita ser enfatizada. Lo que había aprendido brillantemente a una edad temprana era precisamente la combinación de habilidades narrativas, interpretativas e investigativas necesarias para producir un libro de todas las maneras satisfactorias para el gusto biográfico de su tiempo.

Transformación de Agustín

Para tomar un ejemplo de la transformación de Agustín a manos de Brown, consideremos el caso de Julián de Eclanum. La representación de Brown de Julián como el joven florecimiento del envejecido Agustín ha sido una parte central, aunque a menudo apenas reconocida, del entusiasmo de la última generación por trabajar con las ideas de Agustín sobre la sexualidad. El Julián de Brown es una parte esencial de la obra posterior de Brown, pero también de la de innumerables escritores de menor erudición. Pero Julián está lejos de ser obviamente la figura que Brown hace de él. La biografía esencialmente hagiográfica de Hugh Pope de 1961,6 menciona a Julian cuatro veces. La obra de Gerald Bonner de 19637 sólo lo menciona dos veces en los capítulos dedicados a la "vida".8 En el relato de Brown, gana un capítulo de diecisiete páginas propias, y la narración de la vejez de Agustín a partir de ese momento se extiende a cincuenta páginas completas.

Lectura de Brown

Esto no quiere decir que la lectura de Brown sea excesivamente enfática; de hecho, Brown es el primer biógrafo que ha trabajado tan pacientemente a través de la masa de prosa juliana y antijuliana que sobrevive. Pero la lectura de Brown, precisamente porque es fresca y hasta ahora incontestable, ha sido decisiva de una manera que merece precaución. El joven obispo confiado y pulido, un intelectual liberal avant la lettre, es justo el papel que se necesita para que la descripción de Brown de Agustín sea cada vez más rígida, sombría y autoritaria. En un entorno en el que el propio Julián aún no ha sido objeto de un estudio sinóptico por sí mismo de calidad adecuada, un único relato poderosamente efectivo tomará el día y animará a los que lo conocen y poco más a pensar que tienen la historia completa.
En pocas palabras, es el poder y el éxito de la biografía de Brown lo que requiere que nosotros, una generación después de su aparición, la cuestionemos de cerca, para ver qué ha hecho de Agustín, y nos cuestionemos a nosotros mismos, para ver qué hacemos ahora de Agustín. El experimento de pensamiento puede ser expresado de manera simple como esto: ¿cómo sería la próxima vida de Agustín?